sábado, 30 de octubre de 2010

La vida en la memoria...(81)

81

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Ese mismo año,pero en diciembre,me lleve conmigo a mi hija Lía a París unos días.Yo conservaba algún amigo de Polonia de la facultad de traducción,y uno de ellos,Przemyk,se había instalado en París,los polacos andan repartidos por el mundo,que parecen judíos pero en pobre,pero claro,la emigracion polaca va para tres siglos,son muy apañados...Przemek era grandón,el pelo rapado,nada nuevo y unas ansias de gourmet,como si tuviera hambre muy atrasada y yo le compensaba.En el Bois de Boulogne una tarde,me pareció ver a Marcel Proust con Albertina y luego,otra tarde, a Théophile Gautier y me acordé de unos escalones en Venecia,el mármol blanco y la luz rosada de los palacios,acaso el polaquito Tadzio,de Thomas Mann,de vuelta de la playa del Lido,turbado por las miradas de un maricón viejo verde y atildado,sentimental y penoso y me acordé tambien de Dorian Gray,bueno,mejor,me acordé de Oscar Wilde y sus biombos lacados en alguna mansión de la campiña inglesa,y lo que da de sí París,joder.Y le dije a mi hija que un día le iba a enseñar dónde vivió Toulouse Lautrec,en el barrio de Saint Germain,y lo que sufrió el pobre.Pero yo sobre todo,quería llevar a Lía a Notre Dame de Paris y despues a Santa Inés,para que se sorprendiera con la Francia católica,tan republicana y jacobina ella.En Notre Dame,la cruz presidía el altar y en un lateral,una Virgen románica con el niño,despertaba la devoción y el incienso subía poco a poco en volutas de empacho y yo pensé que de un momento a otro me iba a correr,ungido de tanta manera bonita,los acólitos balanceando tan pulcros y primorosos,lindos turiferarios, el pequeño botafumeiro,me hija arrodillada,con las manos juntas y una devoción aprendida del colegio.Yo hacía esfuerzos por no llorar,no por fe,dios me libre,sino invadido por ese aire cerrado y enfermizo que me hace soñar con adolescentes sodomizados y pervertidos ya para siempre,el estigma en su cara y me acordé de mi madre y la pedí perdón un momento,no te enfades,madre,ya sabes que yo siempre he tenido mucha imaginación...Quasimodo renqueaba todavía por los desvanes de las cúpulas y le dije a Victor Hugo,en silencio,que por qué no le liberaba y le sacaba a pasear por las calles de París.A mi Francia,París sobre todo,me emborrachaba de literatura y estuve varios días buscando el café dónde Paul Verlaine se derretía con su querido Artur Rimbaud,mientras Charles Baudelaire les mira con ternura y resignación.El obelisco ardía por las tardes y  entre bistrot y bistrot,mi hija poniendose ciega a crêpes,yo soñaba con las marquesas de entonces,de una Francia olvidada,incluso me encontré una tarde con los nietos de Estanislao Augusto Poniatowski,último rey de Polonia,dirigiendo el protocolo del  té en algún salón elegante,reyes absolutos de la servidumbre exquisita,ellos,antiguos aristócratas,ahora convertidos en mayordomos impecables y fieles...los médicos de Moliére luciendo sus placas doradas en los barrios tranquilos y burgueses,mientras un aire de pornografía inunda la atmósfera.Y qué guarras son las francesas.Cecylia quería subir a la noria,descubrir París desde lo alto,devorar con sus ojos el ambiente para luego,de vuelta,plasmar su impronta artística en bastidores de ensueño...Yo me estuve traduciendo varios días las conversaciones de un congreso de la resistencia,allá,en la segunda guerra mundial,algunos españoles del exilio,todavía exaltados y los polacos brigadistas encantados de comer bien caliente...Cecylia se aburría y yo la busqué una amiga para poder estar libre en mis escarceos.Por las noches,ya en la cama,Buñuel me presentaba  a los mendigos de Viridiana y Dalí subía a mi hija en un elefante enorme y la decía:
-Lía,no te caigas,deja que el sol se ablande en los relojes,olvida a tu padre y pasea por la India o por la Arabia de dunas amarillas...y Rainer María Rilke,y ya paro,joder,no te pongas pesado,que Cecylia lo que quiere es ver el Louvre y sus Madonnas...En la Alsacia,nos despedimos de Francia y nos fuimos camino de Polonia,atravesando Alemania,quedaba todavía mucho para Leipzig,para La Sajonia,pero todo se andaría,Cecylia harta de mis referencias culturales europeas...
-Y qué pesado y qué cursi te pones,papá,cómo echo de menos a mamá...
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Y todo esto que cuento más arriba,lo he debido de soñar,porque yo nunca he estado en París y que yo sepa no tengo ningún amigo que se llame Przemyk.Mi hija Lía sí estuvo en Paris,pero fué en Febrero,de excursión con el colegio,tenía quince años y unos meses más tarde se murieron Waldemar  y Cecylia Grudzinscy y luego,para agosto de ese año,nos fuímos a Miedziwodzie...