miércoles, 17 de noviembre de 2010

La vida en la memoria...(88)

88

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Hoy voy a hablar del cielo,no del cielo divino,que no conozco,sino del cielo terrenal,ese cielo que vemos todos los días,desde que nos levantamos y que nos acompaña siempre aunque tantas veces no nos demos cuenta.Y por qué hoy voy  a hablar del cielo,pues porque me aburro,no me apetece leer el "Zycie Warszawy" y así me olvido un poco de los malos recuerdos.Iba a decir que hoy voy  a hablar del cielo porque me sale de los cojones,pero me contengo,que luego viene Zenobia y me dice:
-El "pronto",señorito Sobieski,ese pronto que le sale y le estropea,con lo bueno que es usted...y yo me callo,porque cuando Zenobia me dice que soy muy bueno,me agarro unos cabreos de la hostia y no la contesto,para no entrar en polémicas más hondas...
De Varsovia,el cielo gris de cualquier día,un gris de plomo,de estaño,de leche sucia,el cielo gris.Y tambien el cielo azul cobalto de las noches,de tantas noches de Varsovia,Varsovia de noche es de color azul,las luces amarillas reflejándose en el río,los puentes de plata,así,de lejos,que luego cuando te acercas,son puentes viejos que retumban,pero de lejos,con las luces, parecen de plata vieja.Luego los cielos de España,de Castilla mejor,que son los que más conozco,los primeros cielos españoles que yo ví en la estación de trenes de Ávila,como si a mí  la Renfe me hubiera regalado el cielo,ja,ja,qué tonterías se me ocurren.Pero yo recuerdo,de esos doce días que pasé en la estación de Ávila,el cielo limpio y despejado que veía desde las vías muertas,cuando medio escondido,me colaba en el vagón frío y destartalado donde vivía "El niño de la estación",un tren verde,de largo recorrido ya en desuso,con fotos en blanco y negro de España,enmarcadas encima de las cabezas de los pasajeros de una España olvidada.Luego tambien el cielo de la Moraña,entre mares de espigas y cereal,desde las rejas de un colegio de la Diócesis abulense,donde me llevó la policía con mucho miramiento y el cielo salmantino,de cuando me hacía pajas en los Maristas...El cielo de mi infancia,porque la infancia es lo  mejor que se recuerda,a pesar de todo lo que sufrimos,da igual.Yo me subía a las peñas que llamaban de Toledo,para ver pasar los trenes que salían de Ávila,dirección Madrid,o los que venían de Madrid,aflojando ya la marcha.Desenvolvía el bocadillo de calamares que me daba todos los días la señora Concha,bendita ella,la señora Concha,de la cantina de la estación,la misma que se encaraba con todo el mundo,cuando se metían conmigo,por niño, por "huérfano" y extranjero,¿alguien da más?...Allí sentado yo entonces miraba al cielo,ese cielo azul limpísimo,con sus nubes blancas como corderos,o con esas nubes que salían del horizonte,como de las calderas de la tierra por la zona del Campo Azálvaro,y yo le pediría a alguien que llorara por mí,porque a mí ya no me sale el llanto.Un niño solo,perdido,soñando con su padre y llorando por las noches a su madre muerta,tan joven y tan guapa.El cielorraso de la tierra,como el techo del cuarto de estar o del salón de nuestra casa,solo que más grande y más abarcador,o sea,tan abarcador para entendernos,que acoge a toda la humanidad,casi nada.Cielo místico de Santa Teresa y San Juan de la Cruz,el cielo de la noche oscura,en ansias en amores inflamada;el cielo gris de los borrachos de Varsovia,el cielo gris de la tristeza y la desesperanza,de cuando ya no se espera nada y los autobuses rojos nos salpican y nos ponen perdidos,porque el asfalto lleva agujeros y deja mucho que desear.El cielo tambien como una promesa del paraíso,un paraíso entre cipreses y panteones de granito y pequeños montones de tierra,sín cruces,sín placas,sín nada,de muertos sín identidad.Para todo eso da el cielo y más,para pedir perdón y para cagarnos en dios y ser canallas y asesinos.Tambien como una pantalla de cine inmensa donde nubes blancas se transforman a cada momento  y vemos dragones,caras,animales,rizos de chorro a reacción mientras un avión se aleja.Mejor  hablar del cielo,de cualquier cielo,que del infierno,cualquier infierno.No quiero olvidarme del cielo de la "media noche","niebo pólnocy" que dicen en polaco.Ese cielo frío y desengelado,de luz impertinente,como de estepa rusa,el cielo del Báltico que provoca tanta tristeza,porque es un cielo triste,muy del norte,un cielo que en verano parece que no quiere irse,pero que no calienta,un cielo en calzoncillos para entendernos,que no sabe de la grandeza del cielo caliente,bien vestido y acogedor del Sur...Y como me he puesto muy lírico,me he levantado del sillón y me acerco al aparador de las bebidas,a trincar de la primera botella que agarre,porque sí,sín más,con lo mal que me sienta a estos años,que luego me quita el apetito y me hace agujeros en el estómago y le hace exclamar a Zenia,¡ay,Señor!,que hoy tambien voy a tirar la comida,usted no tiene arreglo,Virgen Santa,Madko Boska,usted y su maldita melancolía...El cielo...