domingo, 5 de diciembre de 2010

La vida en la memoria...(92)

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Mi querida Lía...Qué lejos quedan estos recuerdos.Hace un par de semanas,recien pasada la Navidad,Zenobia me acompañó a un consultorio médico cerca de casa,porque yo me encontraba mal,sentía molestias en los pulmones,yo,tan poco aprensivo.Acababa de cumplir los noventa y uno y yo notaba que últimamente,Zenia pasaba más tiempo en el salón que en la cocina.Se cogía su labor,no sé qué labor y se sentaba cerca de mí con el ganchillo,haciendo filigranas blancas,acaso alguna servilleta,un centro de mesa bien calado de agujeros,yo que sé y eso me escamó,me sirvió de alarma,tan despreocupado siempre y entonces me dí cuenta de que me dolían los pulmones,aunque por eso,yo no dejaba de fumar.En la calle Rozbrat,bajando por la Górnoslonska y muy cerca de la embajada griega,había un consultorio médico.El internista que me atendíó,despues de auscultarme,se disculpó un momento y al rato apareció con un joven de bata blanca y el fonendo al cuello.Era un especialista de pulmón y corazón y yo al verle,sín saber por qué,por una secreta intuición,le pregunté que si había oído hablar de una clínica que hubo hace muchos años en la calle Kosminska,cerca del estadio del Legia, y me dijo,con toda la naturalidad del mundo,que sí,claro que sí,como no iba a saber de aquella clínica si  fué de su abuelo...
-Entonces,tú eres nieto de Franek Slowacki...
-Pero,usted conoció a mi abuelo...y lo que saqué en claro,porque yo exijí claridad,es que tenía un enfisema pulmonar y un problema con los alveolos y las paredes del pulmón,y que tenía que dejar de fumar ya...Al volver a casa,Zenobia,sín saber nada,porque había estado en la sala de espera,me miró compasiva y cariñosa y me dijo:
-Por qué no deja de fumar,señor Sobieski,a sus años...
-Pero tú tambien,Zenobia...
-Que yo tambien qué,no le entiendo...
Entonces,allí sentado en el sillón,sopesando si iba a dejar de fumar o no,me acordé de la señorita Anna Sobieska,mi madre, y de mis tíos,a los que no conocí,héroes silenciosos de la resistencia polaca,los ayudantes del general Cz...y por asociación de ideas,me acordé tambien del doctor Zanussi,del judío Henryk Zanussi,que a pesar de haber llegado a Varsovia a comienzos de mil novecientos cuarenta y cinco,despues de ser liberado del campo de concentración de Sobibor,en la región de Lublin,cercano a la frontera de Ucrania,tenía noticias de un tal Adam Czerniaków,líder del Consejo Judío de Varsovia,el "Judenrat",cuando se construyó el gueto,cuando el Gobierno General  de los nazis en Polonia,desesperado antes de su suicidio y niños famélicos con ojos saltones,aunque el pobre profesor no llegó a saber nunca,no le dió tiempo, del diario de Zalmen Gradowski.Y pensé en los católicos polacos,no todos claro,(perdóname,Irena Sendler,perdóname),que aborrecieron a los "asesinos de Cristo" casi tanto como los alemanes y tambien me acordé del pueblo elegido,como ellos dicen,de los judios y me dije,desde mi ateismo profundo,como todo eso,tan horrible, hacía olvidar  a Stalin,tan ateo él y tan criminal,más fanático que los tres Libros juntos,que se iba de rositas,incluso se justificaba la brutalidad contra su propio pueblo.Las burradas de Hitler  eran cosa tan llamativa y publicitada  al lado de las burradas de Stalin,tan escondidas,de las que nunca sabremos a ciencia cierta,pero eso era de mal tono en aquella posguerra dolorosa...y todo éste desbarre viene a cuento,porque al sentarme en el sillón,la Luger de mi padre,que se ha debido de descolocar,debajo del almohadón del sillón, se me ha clavado en el culo,una Luger como la que descubrí en uno de los cajones del escritorio del profesor,porque yo era un curioso incorregible,una Luger igualita a otra que descubrí en mi propia casa,cuando yo apenas tenía siete años,en el desván de Solec y que si se llega a enterar mi madre del hallazgo,me habría puesto el culo pero bien por andar siempre buscando no se sabía qué...¡vaya mareo! Y en un ataque de soberbia,me dije que antes de que el enfisema acabara conmigo,yo mismo me mataba con la pistola,yo,dueño y señor de mi vida,qué cosas...Y le he dicho a Zenobia,que me voy a echar uno de los últimos cigarrillos,en lo que medito seriamente si dejo de fumar.Zenia solo me ha mirado con un gesto de resignación,y yo he creído ver tambien un poco de asco,como diciendo:¡éste hombre me quita la paciencia!, y se ha ido a la cocina sín un suspiro,sín un resoplido,aumentado su cabreo,porque cuando Zenobia no rechista ni murmura por lo bajo,mal asunto.A saber que me prepara hoy para comer y eso que no tengo hambre.En el parque vacío, la nieve daña  los ojos porque ha salido un rayo de sol un momento,como un espejismo...