domingo, 19 de septiembre de 2010

La vida en la memoria...(51)

51

Y como la vejez me está convirtiendo en un viejo pellejo,lascivo y blasfemo,hoy voy a romper una lanza a favor de esa iglesia que yo tanto vilipendio y denigro.Y recuerdo a la hermana Margarita,en la casa de Misericordia de Ávila,cuando fuí a visitar al pistolero barato...Quién se ocupa de los viejos,de los pobres ,de los locos y los monstruos humanos,que los hay,solo que no se ven,encerrados como están...Pues ellos,esa gente anónima,de iglesia,que pone a dios por testigo de sus sacrificios.Porque yo,a pesar de todo,tengo conciencia de las cosas y no me duelen prendas,así digan dueñas,que decía Don Quijote...Mi madre pasó la guerra y perdió a toda su familia;mi abuela de España, penó lo suyo,tan fascista ella y tambien tantos anarquistas y obispos,a los que torturaron y castraron,yo no tomo partido por la brutalidad humana,tan bruto es un nazi como un judío vendido,qué más da,yo no quiero que me acusen de otra cosa mas que de ser hombre,solo de eso y tomo partido de los sentimientos...Y allá cada cual,y quién no tiene un deudo,blanco o negro,del lado "bueno",según  o del lado malo,eso tambien,según,qué más da.El que quiera entender ,que entienda...Un cura pervertido,no anula a un  santo,es de cajón y ya paro,que me da vergüenza decir cosas de perugrullo...
Mi madre,mi querida Ania,nunca me acorraló en ningún dilema,solo me decía:
-Janek,Juanito,mi corazón,se bueno siempre,sín prejuicios...y yo,en mi ternez y poca hechura le decía que sí,claro que sí,mamá,yo solo quiero ser bueno...
-Pues con eso vale,mi cielo ...Y me besaba con ternura...Cuánto a pasado de esto,que a veces solo distingo un hijo de la gran puta,acomodado al sol que más calienta,qué cobardes somos,por más valientes que nos prodiguemos...y ya vale,que parece que yo estoy obsesionado con la religión,pero es solo un vicio de formación.Waldemar Grudzinski,en connivencia con mi ocupado padre,decidió que yo debía estudiar en los Maristas,como podía haber decidido que estudiara con los Mormones del séptimo día,qué más da,pero yo soy fiel a mi mismo y a mi memoria y no escatimo detalles.Y tanto como acabé hasta la polla de curas,tambien alabo a mi querida hermana Margarita,con todos sus arrestos debajo del hábito...
Y a qué viene esto ahora ,me digo,es que desbarras,es que te aburres y tratas de justificar tu vida y no hay nada que justificar,no te conviertas tú en otro maricón de playa...Y miro las fotos de mi mujer,de Mariola,tan guapa y tan segura de si misma,que nunca dijo ésta boca es mía en temas de religión,porque de verdad, se la traía al fresco,por eso la quise tanto...Joder,Mariola,cómo te echo de menos.De mi pequeña Lía no quiero ni acordarme,que me reboto...Amén...

La vida en la memoria...(50)

50

Y como los días de invierno duran mucho aquí,en Polonia,sobre todo cuando uno está ya viejo,pues me he acordado del día que me encontré a Jesucristo,sí,al hijo de dios,no a dios mismo,bueno,mejor sería decir la noche de perros,porque era una noche típica de aquí,de febrero pudiera ser o enero,que ya no me acuerdo.Yo entonces no me había casado con mi hermana Mariola y andaba a mi aire,tirando el dinero a espuertas y esa noche,como tantas,salí en busca de putas,que aquí,con todo lo católicos que son,pues las putas tambien trabajan en nochebuena,todo sea por el negocio.El termómetro marcaba veinticuatro bajo cero,pero eso era lo de menos,lo de más es que soplaba un viento del norte que congelaba los mocos.Los pocos taxistas de servicio se estaban en una calle resguardada con el motor en marcha,esperando la salida de las salas de fiestas...Yo venía de la plaza de las Setas y cuando llegué a la Marsalkowska,la avenida más céntrica de Varsovia,el viento formando remolinos de nieve,apareció Jesucristo,con una barba mal afeitada y tirando con una cuerda de un hato de cartones,no sé si preparando la cama para esa noche.Llevaba la cara enrojecida por el alcohol y el frío y luchaba contra el viento que soplaba con ganas,parecía que arrastraba una barca por lo menos y cuando me vió,me hizo un gesto y extendió una mano para que le diera algo y yo muy expresivo le dije con mi cara que no tenía nada y siguió su camino...Y es que yo llevaba echadas mis cuentas y tenía para dos polvos y una copa y no era cosa que el hijo de dios me estropeara la noche.Esto claro, lo digo como lo digo,de cachondeo,ese hombre no era más que un pobre,un biedak que dicen aquí,uno de tantos, perdido en el laberinto de la miseria y el alcohol y pudo más mi egoismo y el pensamiento de lo que me esperaba:dos ucranianas de quitar el hipo, y no por eso me sentí muy hijo de puta.En Varsovia yo aprendí a mirar la miseria y el dolor con indiferencia,así se las gastan los eslavos,que tratan al dolor y al sufrimiento,propio o ajeno, con una indiferencia que insulta.Luego,muchas veces lo he recordado y lo único que se me ocurría decir era:eres tan hijoputa como cualquier hijo de vecino y el día que tú estés en las mismas te vas a joder.Cuento esto ,porque mi madre,debido a mi corta edad, nunca me pudo explicar lo que es el alma eslava,lo tuve que aprender yo solo.Lo comprobaba en los autobuses cuando un viejo lisiado,por ejemplo,con los pies envueltos en trapos sín poder subir los tres escalones, ponía cara de resignación y espera en el conductor y en los pasajeros,que miraban por la ventanilla del cristal como esperando un milagro...Y entonces yo,me levantaba presuroso de mi asiento,tan elegante yo,mi chaqueta principe de Gales y mis zapatos de piel y le subía a pulso y le acomodaba en mi asiento y yo me sentía tan transgresor y tan gilipollas,que avergonzaba a las pocas personas decentes del autobús,maniatadas por los usos y las costumbres de aquí,y enseguida se dejaba ver que yo era un bárbaro,un preclaro hijo de la gran puta  o vete tú a saber...y  por qué no se coge usted un taxi y deja de molestar...Cuantas tonterías se me pasan por la cabeza,sobre todo ahora que ya no se me levanta y el dinero pues como si fuera para misas,por decir algo...
Mi madre,la pobre, tampoco nunca llegó a conocer mi ateismo,bueno,más que ateismo,mi guerra particular con los curas de mi infancia en España.Y sí,yo puedo decir que comulgué muchas hostias,pero no eran obleas precisamente...Alguien me perdone el desvarío...

La vida en la memoria...(49)

49

Hay días de invierno,cuando me duele la espalda por la humedad,que parece que la rueda del Karma pasa por encima de mí,una rueda pesada y crujiente que me deja las vértebras molidas,pero con el resuello suficiente para seguir maldiciendo,es decir que nunca me aplasta,solo me recuerda cómo me repito a través de los años,así eres y así serás hasta que te mueras,te guste o no te guste.Yo recuerdo entonces,que de joven buscaba respuestas por todas partes,preguntaba a cualquier "especialista de algo",sín darme cuenta que las respuestas las tenía yo mismo,claras y transparentes,inconfundibles y entonces yo me daba cuenta de quién era yo,y yo, no era más que yo mismo, como no puede ser de otra manera claro y me acordaba del Génesis y de su santa madre y yo quería romper con el destino y lo único que conseguía era cojerme unas tajadas tremendas,que al día siguiente me ataban aún más a la puta rueda esa de la que quería escapar. Y así iba yo comprendiendo más y mejor a mi padre,sabiendo que el hastío  y el asco de la vida no lo frena ni un hijo ni todo el oro del mundo...Así comenzaba yo muchos inviernos, la atmósfera callada y silenciosa,Lazienki como muerto,oculto bajo un manto de nieve y de frío...Ya no estaba Lía para acariciarme el pelo y decirme que era el mejor padre del mundo,tampoco Mariola para hacerme reir con su buen humor y largarnos de copas a los lugares más insospechados,agrandando una complicidad casi imposible...Entonces venía Zenobia de la cocina,sín yo decirla nada y me empezaba a contar cosas de su tierra,de su infancia,soltando esos gallos tan característicos que a mí me hacían reir tanto.Parecía que Zenobia había heredado de su tío la cualidad de saber en cada momento qué me pasaba o cómo me sentía y yo la miraba con incredulidad,una incredulidad de la que ella tampoco era ajena:
-Y de qué se extraña,señor Sobieski,pues no me conoce usted como si me hubiera parido,que me dice tantas veces,pues cómo yo no voy a conocerle despues de tantos años...
-Oye,Zenobia,que yo no te he dicho nada,que conste...
-Ya,pero se lo leo en los ojos...
-Y qué dicen mis ojos Zenia...
-Sus ojos dicen que está harto de vivir,que hablan más sus ojos que su boca...Y no me extrañaría que me dijera que le ponga una copita,para desengrasar,eh señor...
-Pues hombre,es que tu siempre me quitas la palabra de la boca,que parece que eras maga,coño...Pues sabes que te digo,que esa copita no la quiero...
-Y qué orgulloso es el señor,que se enfada si alguien se le adelanta...
-Hala,Zenia,venga esa copa y tú tambien tómate algo,que tú no le haces ascos al vodka en las fiestas de tu pueblo,que lo sé por tu tío...
-Eso ya es pura invención,que ya nos conocemos...y Zenia traía dos copitas y servía hasta el borde,que no derramaba una gota...
-¡Zdrowia!...
-Na zdrowia...Luego la vida seguía y ya se hacía de noche...