domingo, 19 de septiembre de 2010

La vida en la memoria...(50)

50

Y como los días de invierno duran mucho aquí,en Polonia,sobre todo cuando uno está ya viejo,pues me he acordado del día que me encontré a Jesucristo,sí,al hijo de dios,no a dios mismo,bueno,mejor sería decir la noche de perros,porque era una noche típica de aquí,de febrero pudiera ser o enero,que ya no me acuerdo.Yo entonces no me había casado con mi hermana Mariola y andaba a mi aire,tirando el dinero a espuertas y esa noche,como tantas,salí en busca de putas,que aquí,con todo lo católicos que son,pues las putas tambien trabajan en nochebuena,todo sea por el negocio.El termómetro marcaba veinticuatro bajo cero,pero eso era lo de menos,lo de más es que soplaba un viento del norte que congelaba los mocos.Los pocos taxistas de servicio se estaban en una calle resguardada con el motor en marcha,esperando la salida de las salas de fiestas...Yo venía de la plaza de las Setas y cuando llegué a la Marsalkowska,la avenida más céntrica de Varsovia,el viento formando remolinos de nieve,apareció Jesucristo,con una barba mal afeitada y tirando con una cuerda de un hato de cartones,no sé si preparando la cama para esa noche.Llevaba la cara enrojecida por el alcohol y el frío y luchaba contra el viento que soplaba con ganas,parecía que arrastraba una barca por lo menos y cuando me vió,me hizo un gesto y extendió una mano para que le diera algo y yo muy expresivo le dije con mi cara que no tenía nada y siguió su camino...Y es que yo llevaba echadas mis cuentas y tenía para dos polvos y una copa y no era cosa que el hijo de dios me estropeara la noche.Esto claro, lo digo como lo digo,de cachondeo,ese hombre no era más que un pobre,un biedak que dicen aquí,uno de tantos, perdido en el laberinto de la miseria y el alcohol y pudo más mi egoismo y el pensamiento de lo que me esperaba:dos ucranianas de quitar el hipo, y no por eso me sentí muy hijo de puta.En Varsovia yo aprendí a mirar la miseria y el dolor con indiferencia,así se las gastan los eslavos,que tratan al dolor y al sufrimiento,propio o ajeno, con una indiferencia que insulta.Luego,muchas veces lo he recordado y lo único que se me ocurría decir era:eres tan hijoputa como cualquier hijo de vecino y el día que tú estés en las mismas te vas a joder.Cuento esto ,porque mi madre,debido a mi corta edad, nunca me pudo explicar lo que es el alma eslava,lo tuve que aprender yo solo.Lo comprobaba en los autobuses cuando un viejo lisiado,por ejemplo,con los pies envueltos en trapos sín poder subir los tres escalones, ponía cara de resignación y espera en el conductor y en los pasajeros,que miraban por la ventanilla del cristal como esperando un milagro...Y entonces yo,me levantaba presuroso de mi asiento,tan elegante yo,mi chaqueta principe de Gales y mis zapatos de piel y le subía a pulso y le acomodaba en mi asiento y yo me sentía tan transgresor y tan gilipollas,que avergonzaba a las pocas personas decentes del autobús,maniatadas por los usos y las costumbres de aquí,y enseguida se dejaba ver que yo era un bárbaro,un preclaro hijo de la gran puta  o vete tú a saber...y  por qué no se coge usted un taxi y deja de molestar...Cuantas tonterías se me pasan por la cabeza,sobre todo ahora que ya no se me levanta y el dinero pues como si fuera para misas,por decir algo...
Mi madre,la pobre, tampoco nunca llegó a conocer mi ateismo,bueno,más que ateismo,mi guerra particular con los curas de mi infancia en España.Y sí,yo puedo decir que comulgué muchas hostias,pero no eran obleas precisamente...Alguien me perdone el desvarío...

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