domingo, 19 de septiembre de 2010

La vida en la memoria...(49)

49

Hay días de invierno,cuando me duele la espalda por la humedad,que parece que la rueda del Karma pasa por encima de mí,una rueda pesada y crujiente que me deja las vértebras molidas,pero con el resuello suficiente para seguir maldiciendo,es decir que nunca me aplasta,solo me recuerda cómo me repito a través de los años,así eres y así serás hasta que te mueras,te guste o no te guste.Yo recuerdo entonces,que de joven buscaba respuestas por todas partes,preguntaba a cualquier "especialista de algo",sín darme cuenta que las respuestas las tenía yo mismo,claras y transparentes,inconfundibles y entonces yo me daba cuenta de quién era yo,y yo, no era más que yo mismo, como no puede ser de otra manera claro y me acordaba del Génesis y de su santa madre y yo quería romper con el destino y lo único que conseguía era cojerme unas tajadas tremendas,que al día siguiente me ataban aún más a la puta rueda esa de la que quería escapar. Y así iba yo comprendiendo más y mejor a mi padre,sabiendo que el hastío  y el asco de la vida no lo frena ni un hijo ni todo el oro del mundo...Así comenzaba yo muchos inviernos, la atmósfera callada y silenciosa,Lazienki como muerto,oculto bajo un manto de nieve y de frío...Ya no estaba Lía para acariciarme el pelo y decirme que era el mejor padre del mundo,tampoco Mariola para hacerme reir con su buen humor y largarnos de copas a los lugares más insospechados,agrandando una complicidad casi imposible...Entonces venía Zenobia de la cocina,sín yo decirla nada y me empezaba a contar cosas de su tierra,de su infancia,soltando esos gallos tan característicos que a mí me hacían reir tanto.Parecía que Zenobia había heredado de su tío la cualidad de saber en cada momento qué me pasaba o cómo me sentía y yo la miraba con incredulidad,una incredulidad de la que ella tampoco era ajena:
-Y de qué se extraña,señor Sobieski,pues no me conoce usted como si me hubiera parido,que me dice tantas veces,pues cómo yo no voy a conocerle despues de tantos años...
-Oye,Zenobia,que yo no te he dicho nada,que conste...
-Ya,pero se lo leo en los ojos...
-Y qué dicen mis ojos Zenia...
-Sus ojos dicen que está harto de vivir,que hablan más sus ojos que su boca...Y no me extrañaría que me dijera que le ponga una copita,para desengrasar,eh señor...
-Pues hombre,es que tu siempre me quitas la palabra de la boca,que parece que eras maga,coño...Pues sabes que te digo,que esa copita no la quiero...
-Y qué orgulloso es el señor,que se enfada si alguien se le adelanta...
-Hala,Zenia,venga esa copa y tú tambien tómate algo,que tú no le haces ascos al vodka en las fiestas de tu pueblo,que lo sé por tu tío...
-Eso ya es pura invención,que ya nos conocemos...y Zenia traía dos copitas y servía hasta el borde,que no derramaba una gota...
-¡Zdrowia!...
-Na zdrowia...Luego la vida seguía y ya se hacía de noche...



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