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Hay días de invierno,cuando me duele la espalda por la humedad,que parece que la rueda del Karma pasa por encima de mí,una rueda pesada y crujiente que me deja las vértebras molidas,pero con el resuello suficiente para seguir maldiciendo,es decir que nunca me aplasta,solo me recuerda cómo me repito a través de los años,así eres y así serás hasta que te mueras,te guste o no te guste.Yo recuerdo entonces,que de joven buscaba respuestas por todas partes,preguntaba a cualquier "especialista de algo",sín darme cuenta que las respuestas las tenía yo mismo,claras y transparentes,inconfundibles y entonces yo me daba cuenta de quién era yo,y yo, no era más que yo mismo, como no puede ser de otra manera claro y me acordaba del Génesis y de su santa madre y yo quería romper con el destino y lo único que conseguía era cojerme unas tajadas tremendas,que al día siguiente me ataban aún más a la puta rueda esa de la que quería escapar. Y así iba yo comprendiendo más y mejor a mi padre,sabiendo que el hastío y el asco de la vida no lo frena ni un hijo ni todo el oro del mundo...Así comenzaba yo muchos inviernos, la atmósfera callada y silenciosa,Lazienki como muerto,oculto bajo un manto de nieve y de frío...Ya no estaba Lía para acariciarme el pelo y decirme que era el mejor padre del mundo,tampoco Mariola para hacerme reir con su buen humor y largarnos de copas a los lugares más insospechados,agrandando una complicidad casi imposible...Entonces venía Zenobia de la cocina,sín yo decirla nada y me empezaba a contar cosas de su tierra,de su infancia,soltando esos gallos tan característicos que a mí me hacían reir tanto.Parecía que Zenobia había heredado de su tío la cualidad de saber en cada momento qué me pasaba o cómo me sentía y yo la miraba con incredulidad,una incredulidad de la que ella tampoco era ajena:
-Y de qué se extraña,señor Sobieski,pues no me conoce usted como si me hubiera parido,que me dice tantas veces,pues cómo yo no voy a conocerle despues de tantos años...
-Oye,Zenobia,que yo no te he dicho nada,que conste...
-Ya,pero se lo leo en los ojos...
-Y qué dicen mis ojos Zenia...
-Sus ojos dicen que está harto de vivir,que hablan más sus ojos que su boca...Y no me extrañaría que me dijera que le ponga una copita,para desengrasar,eh señor...
-Pues hombre,es que tu siempre me quitas la palabra de la boca,que parece que eras maga,coño...Pues sabes que te digo,que esa copita no la quiero...
-Y qué orgulloso es el señor,que se enfada si alguien se le adelanta...
-Hala,Zenia,venga esa copa y tú tambien tómate algo,que tú no le haces ascos al vodka en las fiestas de tu pueblo,que lo sé por tu tío...
-Eso ya es pura invención,que ya nos conocemos...y Zenia traía dos copitas y servía hasta el borde,que no derramaba una gota...
-¡Zdrowia!...
-Na zdrowia...Luego la vida seguía y ya se hacía de noche...
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