lunes, 5 de octubre de 2009
La vida perdida (CII)
...mi padre,está muy solo mi padre,aunque a él parece no importarle mucho y yo siento la carga genética como una losa,como algo con lo que te tienes que habituar a vivir,aunque también es verdad que lo compenso con la otra ración,con la impronta que dejó en mí mi madre,ese buen conformar ante la vida,aceptarse tal cual uno es,sin hacer aspavientos,vivir "deportivamente",alegrandote del bienestar de los demás y haciendo tuyo,como algo propio,el dolor y el sufrimiento ajeno...Esa era la filosofía de mi querida Ania y así voy sobreviviendo.Llevamos aquí en España cerca de un mes y yo quiero que Mariola se limpie de todo,por eso mi padre no se separa de ella ni un instante y lo siento,Gonzalo,de verdad que lo siento, cuando empezais el ritual de las tiendas todas las tardes y tío que tal me queda esto,sé sincero,mi padre que odia las tiendas,que cuando se compra algo de ropa,tarda menos que en tomarse un café...Mi padre,que solo tiene amigos de circunstancias,relaciones muy superficiales,porque no quiere atarse a nada y así nos va a los dos,porque yo me asusto del parecido que tengo con él,esa melancolía gratuita,que no responde a nada,esa manera tan absurda de estar en el mundo...
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