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De regreso en el avión,no hago más que pensar en cómo le fabrico yo un coso de madera a Lía.En la calle Sevilla de Madrid,he comprado una flamenca bien grande y un toro negro con banderillas,a Mariola la he comprado una chalina de seda para que sus amigas sufran un poco,ja,ja,al menos por unos días y un abanico que parece que lo ha pintado el mismo Goya...Yo voy pensando éstas cosas porque cada vez que me acuerdo de mis tíos se me enciende la sangre.Hombre,Stefan,Stefan me apaña una plaza de toros de madera hasta con barreras y yo le voy a enseñar a Lía toreo de salón para que se ría un poco,porque aunque no soy más que medio español,con eso basta,a ver que españolito no ha toreado de salón alguna vez con el chambergo despues de una noche de copas,tomando la espuela..:
-¡He,toro,he!...oooolé!...Lo de bajar al albero,eso ya para los suicidas con un par de cojones,"con dos cohones" que decían en la Plaza de toros de Salamanca cuando toreaba el Viti y Cecylia ponía cara de circunstancias,como buena diplomática,aunque yo sabía que estaba horrorizada,si no tiró doscientas fotos no tiró niguna,vaya nervios,me acuerdo que esa tarde no me llevo a cenar antes de dejarme en los Maristas...Y que pena no haber conocido a mis abuelos españoles,porque mi padre me contaba su vida a su manera y vete a desvelar ahora qué era real y qué pura invención...
-Papá,papá... Y Lía me mira decepcionada...que donde está la plaza de toros...
-Viene de camino,mi niña,que no cabe en el avión...
-¡Aaaah!,papá,eres un fenómeno...y Mariola me mira con un poco de sorna como pensando,vale, a ver como vas a salir de ésta,pero es que mi mujer ya se ha olvidado de como son los niños aunque tenga una hija,y ya verás,Marió, cuando Cecylia tenga su plaza de toros en miniatura,voy a salir por la puerta grande...
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