domingo, 29 de agosto de 2010

La vida en la memoria...(18)

18

Cuando volví a Varsovia,me pasé varios días consolando a Mariola, llenandola de mimos,yo, que estaba hecho polvo,haciendome el fuerte,como si no fuera conmigo la desaparición de mi padre y por asociación de ideas pienso en Roman,mi buen amigo Roman,porque en El Espinar es donde comencé con la traducción de "El astillero",de Juan Carlos Onetti y de "El Barón rampante",de la trilogía de Italo Calvino.No quedaron mal y eso lo sé porque a mi padre le gustaron,mi padre al margen de otras cosas,llevaba la literatura en la sangre.Roman,tan poco expresivo,solo asintío y me dijo:
-Lo ves,cuando quieres,eres la hostia y en la editorial,al margen de hacerse un poco los remolones a la hora de pagar,acabaron haciendolo y me ofrecieron otras cosas pero yo estaba esperando a mi hija y lo rechacé.Las tres trescientas cincuenta mil pesetas las ingresé en una cuenta a nombre de mi futura hija,su regalo de bautizo...El hecho de haber estado con el pie a la virulé yo creo que ayudó a que yo terminara el encargo.El astillero se lo dediqué a Mariola y a mi padre por el verano tan bueno que pasamos,y El Barón rampante a los Grudzinscy,porque lo traduje en su casa de la Dygasinska prácticamente.Por ahí andan rodando.Pero a mi vuelta,lo que más me sorprendió fue que una tarde,estando en casa,llegó Stefan,el carretero a darme el pésame y el hombre se me puso a llorar:
-Señor Jan,su madre adoraba a su padre,se lo tengo que decir y yo sé que usted le quiso mucho, y yo abracé a Stefan por primera vez y le dije:
-Eres el único que ha sabido consolarme,gracias Stefan,no lo voy a olvidar nunca...
-Si yo le contara de su madre,no termino señor Janusz...Por eso,usted lo que me pida,entiende...
-Gracias Stefan,gracias de corazón...



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