martes, 21 de septiembre de 2010

La vida en la memoria...(53)

53

Tambien recuerdo los días que yo estaba depresivo de verdad.Mariola y mi hija lo sabían y el silencio y el respeto reinaban en la casa,sabiendo ellas que no se podían acercar a mi  ni  de broma.Yo me cojía una silla del jardín y una botella de vodka y me iba a un rincón,cerca de la trasa,para aturdirme con el ruído de los coches.Mariola y y mi hija como si nada,haciendo las tareas cotidianas,colgando la ropa y charlando como si tal cosa,pero una corriente de amor inundaba el jardín y yo acababa con una torrija tremenda,con lágrimas en los ojos y después me iba sin decir nada,a la deriva, y solo las miradas de Lía y de Mariola,como diciendo,no te pases mucho hoy,y sobre todo,no hagas una locura,que te queremos,por ejemplo,no te tires al Vístula ni te emborraches demasiado.Yo cerraba la verja con un cuidado exquisito y sin decirles nada,me despedía hasta el día siguiente.Me iba al parque y les ponía dinero en la mano a los borrachos de siempre,iros a por material,joder,que hoy pago yo...Y no faltaban voluntarios para la ceremonia estúpida de la solidaridad en el alcohol y en la nada...las vecinas echando miradas de conmiseración...Y despues la noche,las luces azules de Varsovia y los teatros,los ambientes cargados de niñas tontas y nuevos ricos,que me hacían odiar más a ésta panda de medio  pelo,yo pensando en mi mujer y mi hija...Y aparecía la canalla,la canalla de verdad y me iba con ellos a Ursinów,a meternos unos picos de heroina y a mear dentro de los autobuses,como si nada.A las siete de la mañana,ya cansado,sacaba el último dinero del bankomat y allí les dejaba y me cojía un taxi y me iba al Bristol a desayunar,al hotel mas lujoso de Varsovia y ponía  a los camareros en casa,que les soltaba unas propinas como dos mensualidades y las busconas que todavía no se habían ido a dormir me miraban con ojos tiernos,desde la distancia,sabedoras de que era capaz de liarme a hostias con ellas.Luego me metía en Santa Ana y le decía a mi madre:
-Perdona,madre,estoy hasta los cojones...y cuando volvía a casa,Lía ya se había ido al colegio y Mariola,sín decir nada,me abrazaba a la fuerza,sín miedo,y me decía:
-Acuéstate,Juanito,mi niño,que Lía está muy triste y quiere que estés a comer cuando vuelva de clase.Y yo pedía perdón a Mariola,apenas sín sostenerme:
-Soy un maricón,Mariola,lo he sido siempre.Despiertame a la una,que quiero comer con vosotras y perdona...
-Anda,bobo,vete a  dormir y sueña con los angelitos,no te preocupes,además,hoy vais a comer de lujo...estoy inspirada...

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