viernes, 25 de marzo de 2011

La vida en la memoria...(101)

 101
...de Varsovia,ésta ciudad en la que vivo,solo me va quedando el eco de recuerdos pasados,el sonido de la  lluvia,el verde limpio de las hojas del parque y un cielo plumizo y lechoso,como de fín del mundo.Por un lateral de Lazienki veo pasar los autobuses rojos a rebosar,camaradas que aceleran el paso con alguna bolsa de plástico,ajenos a la lluvia,buscando acomodo para la siguiente borrachera del día como algo inevitable y apremiante.He mirado hacia la rosaleda y sé que está vacía y más lejos asoma Belvedere en lo alto,en la pequeña colina,con una bandera blanca y roja quieta en el mástil,vencida por el peso del agua.Y he recordado a Halina y sus brazos rollizos,los últimos veranos pasados en compañía.Halina ya no está,ni siquiera está enterrada aquí,en Varsovia, porque su familia la enterró en su pueblo,cerca de Bydgoszcz,en la región de Kujawsko-Pomorskie.Zenobia asoma cargada con las bolsas de la compra,con su pañuelo a la cabeza y el impermeable oscuro y brillante,chorreando agua.Me echa el periódico sobre la mesa del salón y se va para la cocina echando pestes del tiempo.Al rato la oigo trajinar como si nada,impertérrita a la vida y sus inclemencias,acomodada a la vida con naturalidad y aceptación,como si la vida,su vida,solo pudiera ser así,una conformidad que me deja más huérfano y más lejano...y yo sé que ya no merece la pena discutir con ella,que encenderá el transistor y al traerme el té me echará una mirada de conmiseración como diciendo:éste hombre,que penita de vida...y yo me aguantaré sín beber hasta que se vaya,haciendo que leo el periódico con atención,como si la vida me pareciera maravillosa.Entre Zenia y yo tambien se han roto los hilos y ya no queda nada,solo una costumbre de vernos cada día,cada vez menos porque la voy echando antes,como si ya nos estorbáramos y Stefan no hubiera existido nunca.Hay una hosquedad contenida solo por la educación.Luego,muchas tardes,cuando se va,yo bajo al sótano y echo una mirada a las cosas muertas,a los jirones de mi pasado y despues ya subo decidido hacia el aparador de las bebidas, me sirvo de la botella y apago la luz.Entonces el ruido del televisor,en el primer piso,en casa del magistrado,se hace más audible y puedo imaginar a Jaroslaw feliz y contento,siguiendo las noticias de las cinco.Me acomodo en el sillón,pegado a los cristales del balcón y decido de qué me voy a acordar ésta tarde,si de mi hija Lía,de Mariola o de mi madre o si me va a dar por acordarme de España...Entonces dejo que mi madre se haga presente,que inunde con su presencia el salón y dejo que me acaricie el pelo blanco y ralo,por detrás del respaldo del sillón,mientras Mariola y mi hija observan desde la oscuridad,cerca de la puerta,abrazadas las dos en silencio y mis ojos se humedecen mientras apuro un kielisek tras otro,en una ceremonia que se repite todas las tardes y yo me abandono a la voluptuosidad del abandono.Luego la mañana me descubrirá vencido en el sillón,con las primeras luces y yo tendré tiempo para componerme,para que cuando llegue Zenobia no pueda adivinar qué noche he pasado...

3 comentarios:

  1. Excelente Gonzalo!!!!
    A ver cuando vuelves que te echamos de menos.
    Si pudiera te acariciaría el pelo...
    Elena

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