lunes, 22 de agosto de 2011

La vida revelada (12)

A mi regreso a España,me enfrasqué con los exámenes finales,a eso me ayudó el contraste brutal,como si yo volviera de otro planeta,pues volvía a encontrar una España de miseria que hizo que me revolviera y pensase,"y tú de que te quejas,mamón".Volví más delgado y por la noches se me aparecían hermosas fraülein de trenzas rubias que ordeñaban vacas en un prado,al fondo el Matterhorn,que yo conocía por fotos,y de repente,sus corpiños blancos se abrían con la exuberancia al descubierto de amas de cría y ojos cristalinos de color azul...Y claro,a una jornada de estudio,sucedía una noche de desmadre y busqueda incesante de la frau de mis sueños,jajaja,y no volvía decepcionado,aunque las trenzas rubias fueran mechones de pelo negro y boca ardiente...Aprobé los exámenes con el cinco ramplón y el desvelo de Cecylia,y me gustó esa sensación de tener un título bajo el brazo,aun sabiendo que no me serviría para nada,un adorno nada más,un pequeño orgullo que se pasó muy pronto.El verano de 1955 vino muy caluroso y lo recordaré siempre porque el 21 de junio,cumpleaños de mi padre Agustín,nos juntamos los hermanos y yo le pedí a mi padre que invitara tambien a comer a Waldemar y a Cecylia.Yo quería a toda costa  tranquilizar a mi madre y que fuera ella misma la que juzgara a ésta pareja de polacos con los que yo intimaba más y más,como si hubieramos estado destinados a conocernos irremediablemente.La comida fue bastante simpática y discurrió por los cauces de la cortesía y la buena educación,lo que unido a mi licenciatura, hizo que mi madre me mirase con otros ojos y aprobara en silencio  a mis amigos.Mi padre estaba alegre y radiante,era su natural,se descorcharon botellas de rioja y para el café,Cecy y Waldemar sacaron un licor de vodka y una corbata de seda para mi padre,que le hizo exclamar:
- ¡Conche!,no sabía yo que Polonia tuviera tan buenos artículos...
-¡Jaja!,padre, es de los almacenes Sepu...y la carcajada fue general .Mis hermanos y yo nos observábamos de reojo,con aprehensión y sus gestos mostraban sorpresa y un cierto mohín de incomodidad,porque aquello parecía más que el cumpleaños de mi padre, la ascensión de Gonzalo a los cielos,lo que tambien se debía a mi abultada cartera de valores,de la que mi madre no era ajena y mis hermanos solo intuían que a mí me iba bastante bien,pero no acababan de comprender el por qué.Y la grieta se agrandó entre nosotros,sobre todo cuando mi hermano Agustín,por soltar una gracia me preguntó:
-Y qué tal tus cupletistas,Gonzalo,me han dicho que te llaman "Gallito de Toledo" ...fue escuchar eso y tanto Cecy como Waldemar,distendidos ya por el alcohol,no pudieron reprimir la carcajada...Mi madre miraba a mi hermano con una sonrisa de Gioconda y puñales en los ojos,mi padre se hizo el sueco y yo tardé en responder y eso que a mí  labia no me falta,pero me dejó con el pie cambiado como se dice:
-Bien,Agus,bien,las doy muy bien de cenar...Manolo,el pobre, no dijo esta boca es muy en toda la comida...




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