lunes, 5 de septiembre de 2011

La vida revelada (19)

...Y poco a poco,fui perdiendo el interés por las clases,ya no me apetecía ir a la Universidad y solo el tirón de Ania por un lado y la testarudez  de Cecylia y Waldemar,me obligaban,quieras que no, a ir a la facultad.Dejé el hotel y me instalé con Ania en Solec y poco a poco fui cambiando mi indumentaria elegante,que aquí desentonaba con tanta miseria y me fui transformando en un polaco más,con mis chaquetas de pana negra y los jerseys que tanto se llevaban por aquí,tambien me compré unas botas de agua para mis paseos con Ania.En la universidad,poco a poco se apagó el foco de atencion sobre mí y las compañeras me miraban con decepción,y yo no estaba seguro si era por el cambio de vestuario o porque me había liado con la mujer de los lavabos,pero ya me daba igual.Yo,no es que llegara puntual a clase,sino que estaba ya una hora antes,pues Ania no se fiaba de mí y me tenía que ir con ella porque empezaba a trabajar a las siete de la mañana.Algunos días lograba zafarme a causa de un leve catarro y me refugiaba en el cuarto del profesor a leer o a desbarrar sobre lo divino y lo humano.Los fines de semana cojíamos las bicicletas del sótano y recorríamos la ciudad,porque yo quería conocer de primera mano el cambio y la transformación que se producían de día en día,gracias a un ejercito de hormigas calladas que levantaban andamios,delineaban de nuevo las calles y plantaban árboles.Así iban naciendo los barrios,unos calco de otros,bloques de cemento gris de ocho o quince alturas,rodeados de hierba y vegetación.Era como si los escombros de la guerra se fueran alejando cada día un poco más y la ciudad comenzara de nuevo a tomar forma.Me metía en el museo de la resistencia y  veía las fotos del desastre:una Varsovia devastada,donde apenas se distinguía el resto de alguna torre y entonces me daba cuanta de la capacidad de destrucción del hombre y tambien  de su fortaleza para renacer de las cenizas.Al salir del  museo y ver el centro reconstruído con tanta fidelidad,me quedaba pasmado,como si una varita mágica hubiera vuelto a poner las cosas en su sitio:iglesias,estatuas,conventos,hoteles,palacios,jardines renacidos...El centro era una reproducción exacta o casi,de esa Varsovia señorial y burguesa que fue en tiempos del último rey polaco,Poniatowski.Luego volvíamos cansados y alegres y nos preparábamos una buena cena a base de sopa,pepinillos y pan de centeno, acompañado de unos vasitos de vodka...

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