domingo, 4 de septiembre de 2011

La vida revelada (18)

Al día siguiente,al acabar las clases,pasé por el guardarropa y lo que me encontré fue un adefesio de unos sesenta años y excesivo carmín en los labios:
-Szeprasam...pani Anna...(perdón,la señora Anna...)
-Pani Ani nie ma...býc moze jest w toalecie...
-Cómo que en los servicios...
-La señora Anna,trabaja en los lavabos,señor... y me bajé a los servicios y allí estaba Ania con la fregona:
-¡Coño!,la cenicienta...
-Espero que no me hayas dicho ninguna impertinencia,te aviso...y yo la expliqué que me refería al cuento...
-¡Qué ingenioso!,y qué se te ha perdido aquí o vienes a...
-A buscarte,joder,vamos a tomar algo,anda..
-Espérame arriba,aquí huele a orines...
-Es igual...y me esperé a que Ania terminara.Abrió un armario,se calzo unas botas de agua de media caña y cojió su abrigo y salimos sín rumbo o eso me pareció a mí,pero yo me daba cuenta que todo el mundo la saludaba.Estábamos en su barrio,en Powisle,y según ibamos hacia el río,me señaló su casa:
-Mira,ahí vivo yo... luego si quieres te enseño mis habitaciones...
-Claro,me hará mucha ilusión...y fue la primera vez que ví el río Vístula de cerca,cargado de agua ,con sus gradas desiertas,la lluvia mansa cayendo y el cielo encapotado,como siempre...apenas se distinguía Praga.Y debajo del puente de hierro,según pasaba un tren para Praga,la acerqué a mí y la besé.Luego,nos quedamos un buen rato mirando el agua,yo fumando y ella con la mirada perdida:
-Te aviso,que no sabes dónde te estás metiendo,esto es muy triste para vivir y ya verás cuando empiece el frío.Tu debes estar loco o algo así,pero no me importaría tener un hijo contigo...caprichos que me dan...y nos volvimos a reir y parecía que nos conocíamos de toda la vida.Nos comimos a besos un buen rato y se nos echó la noche,entonces nos fuímos a su casa a tomar un té.En la verja nos encontramos al señor Zanussi,que vivía en las habitaciones de enfrente de Ania.Un hombre de elegancia exquisita y ojos tristes...el caserón estaba recien terminado,las paredes blancas y el tejado rojo,rodeado de jardín,al lado del parque del zapador,el parque de "Kriska" lo llamaban.El señor Henryk Zanussi tomó el té con nosotros y cuando lo estimó prudente,se fue...
-Ha sido un placer...
-Lo mismo digo,profesor,Ania me ha dicho que es usted físico...
-Lo fuí,lo fuí...
-Pues ya hablaremos si le parece...
-Cómo no...buenas tardes...y esa noche y las siguientes dormí con Ania,con la señorita Ania Sobieska,de la familia Rykiel,y a los pocos días yo me sabía casi toda su vida y milagros,porque yo no paraba de preguntar y preguntar,hasta que Ania perdía la paciencia...
-Eres peor que la milicja,qué pesado,y me abrazaba y me agarraba la nariz y me llamaba judío errante en voz baja,porque el señor Zanussi era judío de verdad...Luego nos quedábamos en silencio,mirándonos,como chupándonos el alma el uno al otro hasta que nos vencía el sueño...












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