sábado, 10 de octubre de 2009

La vida perdida (CXXII)

Estoy aterrizando en Okecie,el cielo está cubierto y llueve.Directamente me voy a Powaski y le pido a mi florista de siempre,la abuela Barbara,una azucena...
-No tengo azucenas,hoy,Janusz,pero sí tengo gladiolos...
-Bueno,pues un gladiolo...
-Toma y un paraguas,que te vas a poner como una sopa...Yo y mi estúpida costumbre de no llevar paraguas.Hoy es martes y por eso el cementerio está casi vacío,la tumba de mi madre está lavada,límpia y yo me siento como siempre en el borde:
-Qué tal,madre,te tengo abandonada.Vengo de España.Gonzalo me ha dado recuerdos para tí y luego pasaré a ver a Józef y al profesor.Sabes,me he enterado de muchas cosas que no sabía y el otro día,bueno hace ya varios meses,cuando estuve revolviendo en tus cosas aparecío una cometa,te acuerdas esa cometa que me hiciste,con los palillos de madera y la tela de gasa,pues ahí sigue,algo descolorida,el amarillo es menos amarillo y el rojo,menos rojo y es como si estuvieramos tú y yo,volando la cometa una tarde de mayo y la cometa no quería volar y sólo cuando nos subimos al puente emprendío el vuelo,un vuelo corto que acabo en el río...y mi madre sonríe debajo de la losa...

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