sábado, 10 de octubre de 2009
La vida perdida (CXXVI)
...yo sigo traduciendo a Onetti en el salón de los Grudzinscy y le he pedido al doctor Díaz Grey,que por favor,me ponga una inyección de morfina,que me duele mucho la boca y el tobillo.El doctor me ha echado una de sus miradas compasivas y no me ha respondido,pero sé que luego vendrá con el maletín...Y hoy tambien,me he acercado a Innsbruk,al castillo de Ambra, donde han encerrado a mi tatatata,tarata,ta abuela Maria Klementyna Sobieska y le he dicho que no desespere,que Jacobo la espera,y esto es lo que tiene estar todo el santo día entre libros y copitas de vodka,que uno ya no sabe qué es lo real y qué lo imaginado,y sólo de vez en cuando entra Cecylia,se ríe y me pregunta que qué tal,Janusz,no fuerces mucho la fantasía que no te viene bien y oigo la risa de Waldemar,atareado en el jardín,matando el tiempo como un buen jubilado...y yo estoy en la gloria,para qué negarlo.Estoy esperando a Roman,que ha prometido venir a verme en cuanto tenga un rato libre,me ha dicho además que me trae un regalo,un diccionario de Español-Polaco,Polaco-Español,que es una maravilla y que le ha costado un pastón,dicho sea de paso,gracias Roman,ya te compensaré,no lo dudes,aunque sólo sea por los disgustos que te causo...Un avión ha dejado un rizo blanco en el cielo...
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