lunes, 8 de noviembre de 2010

La vida en la memoria...(84)

84

Muchas veces pienso que yo sobrevivo,que yo he llegado a viejo, por todo el amor que me dieron mi mujer y mi hija,como una sabia secreta y misteriosa,un elixir de la vida,yo,que tanto desee morir joven.Muchas veces mi padre, sín yo comprenderle,me decía:suerte tienes Janusz,que tu madre no te estropeó como  a mí me estropeó mi madre,porque las mujeres tienen un poder infinito sobre sus hijos,un poder que perdura en el tiempo y nos aniquila,los hijos como un reflejo del deseo enfermizo de nuestras madres.Y mi padre me contaba como pudo salir de ese bucle,de esa fascinación materna,llena de sueños estúpidos y perfecciones imposibles.Sabes,Janusz,me decía,yo fuí su hijo mayor y yo concentraba en ella todos sus sueños de gran señora,el ansia de un vástago maravilloso,lleno de refinamiento y sensibilidad,un hombre tan fino y elegante como una mujer,ajeno a las groserías de la vida,un hombre viril,lleno de fe en dios y posturas amaneradas,un hombre castrado,presto a cumplir todas sus fantasías con sus amistades y su mundo cerrado,un ser exquisito que fuera el reflejo fiel de su gran sensibilidad y sus tontunas.Pero,yo,Janusz,tuve suerte y supe estar despierto y me reía de sus tés y sus misales,de sus confesiones sinceras con su confesor carmelita y pronto me dí cuenta cuanto la excitaba todo eso,incluso a veces soñé con ser cura,para masturbarme vergonzosamente despues de una confesión de mujer burguesa y reprimida,que no puede evitar tener fantasías y contarlas al confesor, más que  nada,como otra prueba más del martirio y la excitación,como otra prueba de estupidez,porque,Janusz,mi madre vivía en la tontuna más tremenda y yo supe verlo a tiempo...Por eso descreí desde el principio y cuando tuve uso de razón le dije a mi madre que dejara de utilizarme,mi padre callado y silencioso,pero dándome la razón en silencio... Por eso siempre es tan limpio el recuerdo de mi madre Ania,nunca me presionó,nunca me chantajeó ni reflejó en mi sus anhelos,del tipo que fueran,ella solo quería un hijo limpio y fuerte,sano de mente y de espíritu,un niño sano,que se hiciera fuerte al crecer,con la vida,con las convicciones justas y necesarias para vivir,sín espejismos ni estupideces...Por eso sufrió tanto mi padre,ser dotado de grandes cualidades,pero maniatado por formas,creencias enfermizas de superioridad y finalmente preso de sus traumas de infancia...las mujeres,ese velo siempre cubierto.Mi padre me dijo siempre que su propio padre le quería sín más,fuera como fuera,sangre de su sangre y nada más,cada cual con sus talentos naturales,pero su madre...había que servir a dios,no sé a qué dios y a qué deseos oscuros,la sombra de la hipocresía siempre cercana,pero como si no se viera...Hay formas de ser y de estar en el mundo,formas que se aprenden,que no son naturales,por eso yo siempre me rebelé,un instinto natural, nada más,frente a esas imposiciones de apariencia sagrada y realidad enfermiza,egoista y falsa.Por eso mismo,mi padre,ya muy joven,abandonó los colegios de curas y las efusiones de fe,unas efusiones que se diluían en el orgullo y la soberbia del cura de turno,en su frustración de hombre castrado,que solo podía escuchar los deseos de las mujeres,pero no poseerlas como hubiera querido.Y así,tantas veces me he acordado,llevado por mi padre,del Mayoral de La Regenta y su rabia de pulcros sayales y poco más,la vida y su realidad,mordiendo sus entrañas enfermas...Y tantas veces,cuando entro en las iglesias,por lo que sea,todo menos la fe,echo una mirada a los confesionarios y me digo que están llenos de semen,el semen enfermizo de tantos curas lascivos e impotentes.Y la sola presencia de la Virgen en los altares es un insulto,la gran mascarada del fervor,del fervor falso.Y arrugo la frente y miro a la ventana,al exterior y mi abuela se me aparece,mi abuela Luisa,llena de una fuerza falsa,maneras exquisitas y orgasmos formales más que materiales,el orgasmo de una mesa bien puesta y los modales excelentes,negando la vida  y la sangre,su fluir hermoso,encorsetado en tontunas de novenas y cafés con pastas,mientras se escucha el ronronear majestuoso del curita de turno,ungido de poder y de gula,el triste consuelo de los animales castrados,tan limpios y aseados y un mover primoroso de las manos regordetas evocando a la Santa de turno,sín llegar a entender sus sacrificios...Mi padre conservaba las vidas de santos,bien encuadernadas y se sabía de memoria el martirilogio,por eso hoy,aquí sentado, se me ocurren estas cosas,mientras ojeo estos libros viejos y bien encuadernados,mientras cumplo el rito de marear las horas y doblegar todos los relojes,el alma mustia y muerta,solo esperando que amanezca un nuevo día para nada,hasta que la muerte me acaricie con su mano fría y yo no sea nada,no piense ya nada...

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