Con siete años,cuando oía el ulular de las sirenas avisando para bajar al refugio,yo sentía una desazón,como si el amor en el mundo se hubiera roto para siempre.Abajo,en la penumbra,me abrazaba a mi madre,a su vientre y mi padre con sus manazas protegía a mis dos hermanos,mientras se escuchaban comentarios sobre por donde ,por qué zona estaba batiendo la aviación...y mi madre:
-Son los nuestros,Gonzalo,vienen a liberar Toledo....y luego,tras un largo silencio,yo salía escopetado para arriba,miraba el cielo,de brumas y humos y me iba en busca de cadáveres recientes,yo tenía una curiosidad insaciable y tenía que ver a la muerte de cerca,con las moscas alrededor,el último gesto de pánico,las bocas torcidas y las posturas caprichosas,como muñecos,en poses inverosímiles...luego recogía las vainas vacías de los fusiles y regresaba cabizbajo a casa,sabiendo que tocaba bronca,por irme corriendo sín avisar...Por eso,Madrid me pareció un remanso de paz y me hizo insensible al dolor y la miseria,a la destrucción,ese era el decorado,claro,porque luego entraba en casa y no faltaba de nada y empezaba a entender qué eran las clases sociales,la fatal casualidad de nacer pobre o rico,en un lugar o en otro...el azar,el simple azar jugando con nosotros,era la ausencia total de dios,solo una falsa esperanza eso de la resurreción de la carne,y me dije que eso,esa fe en un dios, para el que lo necesitara...En casa hacían recuento de edificios destruídos y los rumores crecían sobre si fulano o mengano había muerto bajo las bombas,y al día siguiente,las camionetas de la FAI o de los milicianos seguirían la ronda buscando gente señalada,escondida:ponían las casas patas arriba,lo revolvían todo y cuando se llevaban a alguien no faltaba algun miliciano conocido de esa familia que gritaba a la esposa suplicante:
-No te preocupes,mujer,te lo traeré vivo,lo juro por mi honor...y eso a veces se cumplía y las más de las veces,no...
-Son los nuestros,Gonzalo,vienen a liberar Toledo....y luego,tras un largo silencio,yo salía escopetado para arriba,miraba el cielo,de brumas y humos y me iba en busca de cadáveres recientes,yo tenía una curiosidad insaciable y tenía que ver a la muerte de cerca,con las moscas alrededor,el último gesto de pánico,las bocas torcidas y las posturas caprichosas,como muñecos,en poses inverosímiles...luego recogía las vainas vacías de los fusiles y regresaba cabizbajo a casa,sabiendo que tocaba bronca,por irme corriendo sín avisar...Por eso,Madrid me pareció un remanso de paz y me hizo insensible al dolor y la miseria,a la destrucción,ese era el decorado,claro,porque luego entraba en casa y no faltaba de nada y empezaba a entender qué eran las clases sociales,la fatal casualidad de nacer pobre o rico,en un lugar o en otro...el azar,el simple azar jugando con nosotros,era la ausencia total de dios,solo una falsa esperanza eso de la resurreción de la carne,y me dije que eso,esa fe en un dios, para el que lo necesitara...En casa hacían recuento de edificios destruídos y los rumores crecían sobre si fulano o mengano había muerto bajo las bombas,y al día siguiente,las camionetas de la FAI o de los milicianos seguirían la ronda buscando gente señalada,escondida:ponían las casas patas arriba,lo revolvían todo y cuando se llevaban a alguien no faltaba algun miliciano conocido de esa familia que gritaba a la esposa suplicante:
-No te preocupes,mujer,te lo traeré vivo,lo juro por mi honor...y eso a veces se cumplía y las más de las veces,no...
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