De aquellos años de infancia guardo un buen recuerdo,a pesar de la guerra.El buen hacer de mi padre,su mano izquierda y su optimismo,junto a la educación estricta de mi madre,hicieron que yo y mis dos hermanos crecieramos en paz y armonía,a pesar de las diferencias,tanto de carácter como físicas que nos separaban.Yo,el hermano mayor, era alto y desgarbado como el palo de una escoba y los años de Toledo me dejaron una huella profunda,con tendencia a la melancolía y la introversión,que compensaba con mis accesos de buen humor y cinismo.Agustín,el segundo,era la viva estampa de su padre,grandón,sanguíneo y con fuerte propensión a la hipocondria,que unido a su buen comer le hacían para mí un buen candidato a los problemas del corazón.Era bastante fanfarrón,pero sín llegar más lejos,y Manolo,el menor,ya mostraba cierta tendencia a la calvicie,la gordura y la mansedumbre.Era el mayor entusiasta en temas de religión y se apegaba mucho a mi madre,aunque su falta de luces le hacían suspirar tantas veces a mi madre Luisa,que no veía un futuro claro para él.En cuanto a mí,no sé si por ser el mayor,era el ojo derecho de mi padre y el disgusto permanente de mi madre,porque me veía listo,despierto,interesado en la cultura,pero ateo redomado desde el uso de razón,y eso motivó muchos desencuentros entre nosostros dos,que sólo el interés común por el saber y mi despierta inteligencia,le hacían doblegarse y más cuando veía el poder de atracción que yo ejercía en mi padre y hermanos,y cuando vio que ya no me ganaba para su causa,la eterna religión,me trataba con respeto y distancia y solo compartíamos complicidad,cuando mi padre o alguno de mis hermanos soltaba una simpleza,entonces,a mí no me hacía falta mirar para saber que mi madre me estaba sonriendo tímidamente con cara de decir:mirales,Gonzalo,no tienen arreglo...,entonces ahí sí veía su amor,unos fogonazos de complicidad compartida,lo más cercano al amor materno...
jueves, 4 de agosto de 2011
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