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...Apenas salgo ya de casa.Desde el sillón de cretona,tan gastado por el uso,donde el color de las hojas se ha ido desvaneciendo,miro las paredes del pequeño salón de Róza como si fuera la primera vez.Apenas queda un espacio libre:los cuadros sin moldura,los bastidores modestos llenos de color y de fuerza se dan los unos con los otros...acuarelas,paisajes melancólicos,mi cara cubista,los cuadros que pintó a lo largo de su vida mi hija Cecylia,mi querida Lía como yo la llamaba.He sobrevivido a todos,parece mentira,yo, fumador empedernido,bebedor,habituado a los malos hábitos, aquí estoy,como un reptil de otra época...Tengo el balcón un poco entornado, como siempre,haga frío o calor, porque yo sigo fumando mis dos cajetillas de Fox a mis noventa años y parece que todo es irreal,desde los libros que inundan la casa(mis propios libros,la biblioteca de Waldemar,los libros del Profesor...)hasta los montones de papeles,mezclados con fotografías,las cerámicas de España que se traía mi mujer Mariola de cada viaje...Pero yo sé manejarme bien en éste caos,en éste abigarramiento que tanto desespera a la pobre Zenia,mi fiel criada,tan robusta a sus setenta y dos años...
Qué bien un nuevo relato, lo leeré poco a poco.
ResponderEliminarAhora estoy de vacaciones y apenas puedo entrar en internet, pero me alegra mucho que hayas vuelto a abrir tu blog.
Un saludo
Julieta
Gracias,Julieta,en ello estoy...
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