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Yo no sé de dónde sacó el talento mi hija Lía para la pintura,pero ya con trece,catorce años la tenía que acompañar en sus excursiones pictóricas,al principio ibamos sobre todo bajo el puente de hierro,yo cargado con el caballete,el cabás(un cesto como un bolso grande con asas,de arpillera,que mi hija le había quitado a su madre y donde llevaba sus pinceles,trapos,tubos,yo que sé,solo sé que cada vez pesaba más),la silla plegable,el paraguas por si llovía...en realidad yo era el criado de mi hija,porque mi hija Cecy salió más mandona que su madre,aunque,eso sí,te daba las órdenes con tal simpatía que era imposible decirla que no:
-Papá,mi niño,échate a un lado,si no te importa,me estás tapando la segunda aguja de San Florian...y a ver si otra vez me asientas mejor el caballete,pareces nuevo,coño papá,pero no te enfades anda... y me soltaba un beso y me lo transportaba por el aire desde su palma de la mano.Mi hija Cecylia,a su edad,ya empezaba a soltar tacos,en eso me dí yo cuenta que iba para artista de verdad.Al principio,Mariola la regañaba,pero pronto comprendíó que nuestra hija era más terca que una mula.Claro, y a mí se me caía la baba mientras de algún grupo cercano,sentado en las gradas,sobresalía alguna carcajada dirigida a mí y una mirada unánime hacia mi hija,como diciendola:¡ole tus cojones!,porque en Polonia los niños no dicen tacos...
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