martes, 22 de septiembre de 2009

La vida perdida (XIX)

De España,de la que ahora,desde aquí, me acuerdo tanto,me queda un cielo siempre tan límpio y esos mares de espigas,de trigo y cereal, horizontes que se pierden por la llanura interminable,el tren atravesando los campos de Castilla,hacia el norte de Ávila,en dirección a un pueblo donde está mi nuevo colegio o lo que sea y las rojas amapolas y los pueblecitos en medio de la nada,con su iglesia de piedra y los fardos de paja seca,amontonados,como preparados para una gran pira con éste calor.Y los ríos no se ven,están secos,son tan diminutos...Las piedras,las zarzas,algún bosquecito de pinos,como de juguete en la lejanía...¡Qué contraste!En Polonia casi no puedes ver el horizonte,te lo tapan los bosques y de cuando en cuando,"una pola",un campo de centeno y más bosque y ríos que son ríos y llevan agua...Así es el mundo,me digo,tan diferente,tan diverso y cada cual se cree que vive en el centro de ese universo,y lo mío es mejor que lo tuyo,así rueda la vida,y yo no sé ya que prefiero,empiezo a hartarme del pan de centeno,de la manteca de cerdo,de las manzanas rojas que no saben a nada,de las sopas,todos los días sopa,haga frío o calor...Y del sentido del humor tan tonto de mis paisanos,tan rudos y tan inocentes...

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