martes, 22 de septiembre de 2009

La vida perdida (XXII)

Antes de ayer la preparé buena.Me bajé una puta de Vila Rosa,doscientos Zlotys del ala y le dije al taxista que nos dejara en la Gran Plaza...Eran los dos menos veinte de la madrugada.Al principio me costó convencer a Teresa.Nos metimos en el Jardín Sajón,se quitó las bragas,la falda,la blusa,se quedó en botas y se echó el abrigo por encima.La llama del monumento al Soldado Desconocido ardía como siempre y los dos reclutas estaban ahí,como siempre,con el traje de bonito,haciendo la guardia.Teresa se puso delante y se abrió el abrigo muy nerviosa.Allí no se movía ni el aire.Los ojos azules impasibles,las narices rojas,el rostro rasurado,el brillo de las botas y le dije a Teresa que ya,que nos fueramos,no sea que con el cambio de guardia asome algún coche de policía.Aquellos cabrones no se movieron,parecían estatuas,eso es patriotismo y lo demás son ganas de molestar...cincuenta y tantos años haciendo la guardia y allí estaba yo haciendo el capullo.Vamonos a brindar por la Armia Polska,Teresa.
-Lo de hoy te va a costar más,cabrón,esto es un atentado contra la patria.
Teresa estaba dispuesta a sangrarme bien ésta noche,es decir,a sangrarme como todas las noches,nada nuevo...

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