jueves, 10 de septiembre de 2009

La vida perdida (VII)

Tengo que describiros,a mí me gusta mucho describir las cosas, las personas,cómo era el pistolero barato,tan alejado del tipo eslavo.Los eslavos,en general,son fuertes y robustos,altos,habituados al trabajo duro,las narices rectas,los pómulos salientes,los ojos claros e inocentes,tambien oscuros como el carbón,pero son los menos.Los polacos de mi infancia eran muy alegres en las fiestas,cuando se emborrachaban con vodka y comían pepinillos,para "empapar"como ellos decían...El pistolero barato era un tío vulgar,no era gordo,solo que estaba abandonado,con un poco de barriga prominente,el pelo gris con entradas,una sonrisa tonta y socarrona siempre en su cara de mofletes blandos.El pistolero barato era más bien tirando a bajo,desaliñado en el vestir y tenía las uñas de los dedos meñiques largas y sucias,con ellas se escarbaba en las orejas y tiraba la ceniza del puro,un puro que apenas echaba humo,siempre a medias,parecía que estaba apagado el puro ese,un puro que ni siquiera era un farias,para entendernos.El pistolero barato siempre decía:"eh,tú...",cada vez que se dirigía a alguien,fuese quien fuese y más de una vez se llevo alguna hostia,porque el pistolero barato,como se suele decir,no tenía ni media hostia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario