jueves, 10 de septiembre de 2009
La vida perdida (II)
En 1970,con trece años,se me metió en la cabeza que tenía que ir a España.El trayecto desde la calle Solec,donde vivía, hasta la aleja Jerozolinska,donde estaba la estación central de Varsovia,fué mi primera gran aventura.Me metí en un tren que me llevó hasta Frankfurt Oder,en la frontera y de ahí hasta Leipzig.De cómo pasé el muro,lo dejo para otra ocasión porque tiene su miga.Ya en el oeste,y siendo tan niño,comprendí lo que era la civilización,o por lo menos me di cuenta de que la gente vivía con cierta lógica,porque lo del mundo del este era de auténtica locura.Crucé Alemania y Francia,colándome en los vagones y a mí nadie me dijo nada;yo recuerdo que me ponía a hablar en polaco(...prosze pana,gdzie jestesmy....) y la gente hacía como que no me veía,no sé si por indiferencia o por compasión.De Hendaya pasé a Irún.El tren que iba para Madrid me recordó un poco a los trenes de Polonia,aunque había más ruido,eso si lo recuerdo bien,fué entrar en España y es como si me hubieran subido el volumen de los oídos...lo único que pasaba,es que la gente hablaba muy alto.El tren procedente de Irún con destino Madrid,hizo su entrada por el andén segundo,vía segunda...y allí se quedó,en la estación de Ávila.
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