...Estamos tumbados en la cama,con el balcón abierto,las ramas de los árboles con sus colores otoñales:ocres,naranjas,amarillos,verde perenne,sinfonía melancólica de otro verano acabado,la lluvia fina que cae sín hacer ruído y recordamos,Mariola y yo,los domingos de primavera en Ladzienki,agarrados de la mano de mi madre.Yo siempre me guardaba varias avellanas para echárselas a las carpas y mi madre se reía:
-Janusz,a las carpas no les gustan las avellanas,me oyes...Y yo no contestaba.Despues de ver a las ardillas,mi madre se quedaba en silencio,alargaba un brazo con un poco de alpiste en la mano y algunos pájaros se posaban en sus dedos,nosotros más callados que en misa y luego,en la puertas del Palacio,oíamos los gritos estentóreos,desagradables,de los pavos reales en celo,agresivos,no se oía otra cosa en el parque y las carpas,gordas,oscuras,carpas bien cebadas y luego Ania,nos compraba unas rosquillas insulsas,que a mí no me sabían a nada,estaban casi sosas,no es sólo que les faltara azúcar,es que tampoco tenían sal,y sólo al final,cuando salíamos,Mariola y yo tirabamos la piedra que habíamos cogido cada uno para cascar las avellanas,las avellanas que siempre nos traía el señor Stefan...
domingo, 18 de octubre de 2009
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